El ángel exterminador
Fede llegó al colegio Marín (el sector Soviético al que llamaban La normal) en 2do año, desde el Uruguay. Si bien era y es más argentino que el obelisco, muchos de primera mano lo bautizamos “el yorugua”
Luego paso al olvidable y “soso” Vira y finalmente el eterno “Chiquito”, apodo que se consolidó ante el crecimiento indiscriminado de la mole.
Yo, ante esta fecha tan importante, y habiendo ya cumplido 40 en marzo del corriente y callao, afirmo: FEDE hay vida después de los 40.
Pero cuando cambian los dos dígitos, la realidad sufre una fisura y uno puede salir a pasear por veredas extrañas.
Y antes de cualquier cosa y si hablamos de extrañezas, no puedo dejar de mencionar en este libro de anécdotas colosales y no tanto, aquella noche de los Bomberos de San isidro, conocida como: “La noche de Settimio y los feos.”
El Negro, el Beto y yo jamás habíamos salido a bailar con Fede ya que, nosotros conformábamos un power-trío denominado “
Ok…: yo tampoco sé que hacia Fede con esos cultores del estudio y las buenas costumbres.
Y estoy en condiciones de afirmar que jamás salimos a bailar con Fede, ya que nadie bailó en Los Bomberos de San Isidro, las mujeres escaseaban tanto como el espíritu critico en un empleado de la cadena Mc Donald. Pero aquella noche junto al estrambótico Settimio (un repetidor de primer año – hoy sodero en Ceibas) tuvo aristas extrañas ya que todos queríamos huir de esa fiesta y nuestra voluntad era doblegada de forma extraña.
Permanecíamos allí, escuchando esa música absurda, bajo el influjo de lúgubres lucecitas de colores depresivos.
Pero gracias al “ángel exterminador” que Settimio y los feos activaron esa noche,
Pero las anécdotas sobre Fede y su impronta abundan, al menos en esta etapa estudiantil a la que refiero. Aquel muchacho, por aquella época héroe de
Al cabo de ese segundo año inicial con nosotros, pudimos vislumbrar con rotunda nitidez, la clase irrepetible de deportista en que luego se convertiría, un gladiador imponente del rugby vernáculo. Mientras Karino Cañete se alzaba con el primer premio de educación Física (dicen que Dibiú, el profe de gimnasia, durante ese año tuvo un crecimiento impensando en su patrimonio electrónico) y yo aunque parezca una quimera, el segundo, aún conservo la foto del Padre Montes dándome la mano, junto a la que me saqué en Bavaria en el ‘33 junto a Adolf Hitler y Rudolph Hess.
Y aunque no lo crean: FEDE se la llevó a marzo !!!!!
Ahora se entiende porque Pueryrredón nunca obtuvo un scudetto.
En otra oportunidad, los buchones, estudiosos por naturaleza, pero provistos de un servicio de inteligencia que haría avergonzar a la mismísima GESTAPO, habían obtenido la prueba que el profesor de historia, el anodino Pedro Heráclito Ballas, tomaría en la próxima clase.
Todos los buchones con el libreto sabido de antemano obtuvieron un anunciado 10.
Fede un 8.
Increíble but real !!!!!
Revisionistas y trasnochadores crónicos han vuelto sobre este hecho tan curioso y argumentan que esa noche previa a la prueba, Semáforo, aquel mitológico can de los Virasoro, había sufrido un amargo desengaño amoroso con una perrita engreída del barrio y tuvo un desgraciado episodio depresivo (intento de suicidio dijeron los perritos) que distrajo a nuestro amigo en común.
Habrán sido realmente Settimio y su puñado de feos el ángel exterminador de aquella noche de bomberos???
Existo y luego pienso.
Cuando la gloriosa promoción 85 se reencuentra en una parilla de mala muerte en las costas de olivos y descubrimos que nuestro viejo y querido Fede se había convertido un nuevo y moderno JR sin funyi, supimos que aquel muchacho tan disparatado e iracundo había quedado en el olvido.
Serio, responsable, un OPEC-BOY hecho y derecho.
En el 2005 decidimos festejar los 20 años de egresados en San Martín de los Andes y de paso reafirmar la virilidad nunca sospechada, escalando el mitológico volcán Lanín. Cuenta Karino Cañete, un muchacho serio si los hay, que a 3000 mts. sobre el nivel del mar, y ante la cordillera expectante le paso a Fede el protector solar, elemento de vital importancia a esas alturas.
Karino, era el responsable de llevarlo, ya que el peso acarreado es clave en el éxito de este deporte y se reparte entre todos los elementos de uso común. Escarbó en su mochila y lo extrajo. Lo tomó en su mano y en el momento de alcanzárselo a Fede, a éste se le soltó de la mano y cayó por una pendiente infinita.
Manos de maaanteeeeca.
Nada había cambiado.
El ruido burlón del protector cayendo hacia el abismo, pareció eternizarse en la cordillera interminable, en los ojos incrédulos, mientras el sol, arriba, se estrellaba en la nieve y comenzaba a apretar de manera impiadosa.
Debí haber dicho Bobby y no JR.
Gustavo Cañete – Maracho
Septiembre de 2008
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